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Los Sabios de Sion

O tra organización secreta muy influyente rivalizaba en hervor para ejercer un control sobre Inglaterra. Los ricos rabinos judíos, que eran los dirigentes políticos y religiosos del pueblo judío aniquilado, unieron sus fuerzas en un grupo conocido por el nombre de "Sabios de Sion" - los sionistas se consideran como la elite "mesiánica" del judaísmo y esperan que todos los judíos del mundo sean solidarios con sus fines.

De 1640 a 1689 los Sabios de Sion proyectaron "la revolución inglesa" en Holanda (la caída de los Stuarts del trono británico) y prestaron dinero a los diferentes pequeños partidos. Se servían de su influencia para que Guillermo II, duque alemán de la dinastía Orange-Nassau, volviese el Stathouder del ejército holandés y más tarde, hicieron de él Guillermo, Príncipe de Orange. Arreglaron un encuentro entre él y Maria, la hija mayor del Duque de York y hermana del rey Carlos II de Inglaterra. El hermano de éste último, sucesor de Jacobo II, estaba igualmente presente. Guillermo II se casó con Maria, y tuvieron un hijo, Guillermo III, que se casó, más tarde, con Maria II, la hija de Jacobo II.

Las casas reales holandesas y británicas estaban desde entonces, emparentadas. Los Whigs, partido compuesto de ingleses y escoceses influyentes, ayudaron a destituir los Stuarts del trono en 1688, y Guillermo III de Orange fue nombrado rey de Inglaterra, en 1689. Guillermo III, de quien se dice haber sido francmasón, fundó, en el mismo año, la Orden de Orange, que se oponía al catolicismo y visaba a consolidar el protestantismo en Inglaterra. Esa orden persiste aún hasta hoy; está representada principalmente en Irlanda, donde existen cerca de 100.000 miembros, y donde incita violentamente a la guerra entre religiones.

El rey Guillermo III enseguida metió a Inglaterra en guerras costosas contra la Francia católica, lo que causó fuertes deudas para Inglaterra. Después fue la revancha de Guillermo contra los Sabios de Sión: persuadió al tesoro británico, con el auxilio del agente William Paterson, a pedir prestado £1,25 millones a los banqueros judíos que lo habían colocado en esa posición. La deuda del Estado creció mucho y rápidamente, con lo que no quedó más remedio, al gobierno, sino aceptar las condiciones exigidas.

Las condiciones del empréstito eran las siguientes:

1. los nombres de los prestadores se pondrían secretos, y ellos tendrían la garantía de poder fundar un "Banco de Inglaterra" (Banco Central);

2. garantizarse a los directores de ese banco el derecho de fijar el precio del oro con referencia con el papel-moneda;

3. les era permitido prestar £10 de papel-moneda por libra de oro depositada;

4. les era permitido consolidar las deudas nacionales y asegurar el montante por los impuestos francos sobre el pueblo.

Y así fue erigido el primer banco central privado, el "Banco de Inglaterra".

Este género de transacción permitía al banco ganar un 50% invirtiendo 5%. Y era el pueblo inglés el que tendría que pagar. A los prestadores no les importaba no ser reembolsados, pues el endeudamiento les permitía tener influencia sobre el encaminamiento de la política. La deuda nacional de Inglaterra aumentó de £1,25 millones en 1694 para £16 millones en 1698.

Después de Guillermo III, la dinastía de Hanover tomó el cometido de la casa real británica, la cual continúa hoy en día, pues los Windsors descienden en línea directa de la casa real de Hanover (Hasta 1901, todos los monarcas provinieron de la dinastía de Hanover, pero cuando Eduardo VII desposó la princesa dinamarquesa Alexandra, el nombre de Hanover fue cambiado por lo de "Saxecoburg-Gotha", nombre del padre alemán de Eduardo. Fue nuevamente cambiado por "Windsor" el 17 de julio de 1917, tal como es hasta hoy).

Es comprensible que muchos ingleses no se regocijen con esa soberanía alemana. Muchas organizaciones se formaron para llevar nuevamente los Stuarts al trono. Debido a que ese peligro, la dinastía Hanover no autorizó un ejército permanente en Inglaterra; reclutaron las tropas necesarias en su principado y entre sus amigos alemanes. Éstos eran pagados, evidentemente, por el Tesoro Británico, lo que era provechoso para los banqueros judíos. El príncipe Guillermo IX de Hesse-Hanau, que era también un amigo de la dinastía de Hanover, colocó a su disposición la mayor parte de los mercenarios.

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